CON CALO CARRATALÁ DESDE 1977

      Conocí a Pascual (Calo) Carratalá en uno de los institutos de nuestra localidad, Torrent (Valencia). Cursábamos 3º BUP (1977-1978). Cachorros de artistas adolescentes. Años de pasión por la pintura, de exposiciones sin cuento, de conversaciones. Años que me permitieron conocer todos los estudios donde el pintor fue sentando sus reales. Conocí todas sus primeras estéticas, todas las probaturas, todas las fases… Asistí al duro laborar del artista en busca de galería. Un porvenir que todos vislúmbramos brillante.

      Durante mucho tiempo, nunca lo olvidaré, tuve muchas telas suyas debajo de las camas de mis hermanas, de mis padres… a la espera de que yo les encontrara un título aceptable. Y colaboré en sus primeras exposiciones, en sus primeros catálogos. Por ejemplo, él tomaba poemas de Culture Club (“Dependienta”, “Coito”), y me pedía un texto a medida (Tamaño natural) para su catálogo de 1990.

      Comprobé que ese sendero de la búsqueda de reconocimiento (presentarse a concursos, mostrar sus obras a los galeristas) iba a dar sus buenos frutos. También escribí para él Una única estación blanca para la exposición NIEVE, de la sala GWA de Madrid. Y él, en un toma y daca sucesivo en el tiempo, cuando me restablecí un poco, pintó unas delicadas flores para la portada de Florecimiento del daño.

      En estos últimos años de espléndida madurez, Calo Carratalá ha estado pintando desiertos, montañas, selvas, y ha conseguido un justo renombre del que me enorgullezco.

      Amigo de sus amigos, con él he vivido momentos imborrables, en ocasiones muy divertidos. Lo tengo por un amigo cierto, con el que es difícil discutir. Aquella larga excursión en bici, junto a Tomás Vicente Pérez Medina, en nuestra juventud, ¿la recuerdas, Calo? Nos quedamos con las piernas rotas a la altura de Rótova, montaña arriba, montaña abajo… Estudiantes, alevines de hombres que querían hacer algo con sus vidas. Las risas, las bromas… Y de nuevo su seriedad, la de Calo, casi atormentada.

      Nunca me falte tu amistad, tus dibujos y cuadros, buen amigo, Calo.