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Jornadas sobre la creación literaria y crítica
en la España de los 90

«MASTERS MIX DE JOSÉ LUIS MARTÍNEZ
O LA POSTMODERNIDAD
COMO CALIDOSCOPIO DE TRADICIONES»,

Nuestra mirada va a centrarse en un poema, en un solo poema que además, reflexiona sobre sí mismo, es decir, sobre la poesía, el arte de hacer versos y las dificultades de ser un buen escritor. Y es que aunque ha estado presente desde los inicios de la escritura poética, la consciencia de la ficción literaria, del lenguaje, se ha exarcebado en ciertos poetas de la actualidad desde los años 50 (José Ángel Valente en La memoria y los signos, J. Gil de Biedma en Moralidades), pasando por los 70 (Guillermo Carnero en El sueño de Escipión o Pere Gimferrer en Miralls) e incluso en los 80 (L. García Montero en Diario cómplice, Andrés Sánchez Robayna en Tinta). Así, p. ej., Pere Gimferrer en Miralls (1) consigue aquello que niega mediante la autorreflexividad del poema:

Mai no he viscut la distància entre allò que,
volem dir i allò que diem realment,
la impossibilitat de copsar la tensión del llenguatge d´establir
un sistema d´actes i paraules
un cos de relacions entre el poema-escrit
i la seua lectura.

       ¿Dónde estaría, entonces, la oposición entre el discurso poético y la reflexión crítica? ¿Significa que la metapoesía es la muerte o la decadencia de la poesía? Dice T. S. Eliot en Función de la poesía y función de la crítica:

       “Cuando digo de la poesía moderna que es extremadamente crítica quiero significar que el poeta contemporáneo si es algo más que un mero hacedor de versos amables,se ve forzado a plantearse cuestiones tales como ¿para qué sirve la poesía?, no simplemente ¿qué es lo que voy a decir? sino más bien ¿cómo y a quién se lo voy a decir?” (2)

       De hecho, se ha convertido ya en costumbre obligatoria el incluir en las antología una ars poética del poeta antologado. Cuando al autor del poema que nos ocupa, José Luis Martínez, se la pidieron en Poesía en Valencia. Últimas propuestas (3) causaba una enorme sorpresa ese espacio en blanco, semivacío en el que sólo se leía: “Entre sus aficiones no se encuentra la de redactar poéticas”. Pero el mismo año en Inventario: Poesía en Valencia, últimas propuestas (4) añade unas consideraciones que señalan la inminencia de un poema-poética:

       “Piensa que las reflexiones sobre el oficio…, donde mejor quedan es dentro de los poemas mismos, convertidas en literatura, como muy bien nos lo demuestran ejemplos tan espléndidos y útiles como “East Coker”, “El juego de hacer versos” o “Jardín inglés”. A las poéticas, además, les suele pasar lo que a los prólogos: se escriben después, se colocan antes y luego nadie los lee ni antes ni después”.

       En cuanto a los libros anteriormente publicados, en Culture club (5) la estructuración del poemario es totalmente metapoética, ya que las partes de las que consta son: Prólogo, Manía de citas y epígrafes, Departamento de teoría de la literatura, El concepto de autor, Funciones del lenguaje, Morfología del cuento y Bibliografía. Y algunos títulos de este poemario son “Copyright”, “Nota a la presente edición”, “Efectos secundarios de las novelas”, etc. A propósito de Pameos y meopas de Rosa Silla (6), además de usar también el lenguaje coloquial, la temática de este libro es el amor feliz y cotidiano; a menudo, sin embargo, siguen los juegos intertextuales con la literatura, p. ej. el poema “Como todos los Tauro” empieza así:

                 Si Galdós levantara la cabeza,
                 si su mirada tristona te viera así
                 -tan perfecta, tan agraciada por la fortuna-,
                 se moriría por dibujarte:
                 se le daba muy bien.

       “Masters mix” pertenece al libro Urbi et urbi. Más de la mitad de los poemas que lo forman están relacionados o abordan directamente el hecho literario (la producción, la creación, la lectura, etc.). “Masters mix” es un poema-poética escrito en 1987, del cual el autor me cuenta lo que opina:

       “Arte poética ideal, puesto que recoge frases valiosísimas, de valiosísimas personalidades. Redacté una poética sin soltar yo una sola palabra.”

       De este modo cuando parecía que íbamos a concluir afirmando que el poema se mira únicamente a sí mismo y que nuestros ojos se detendrían en un solipsismo por partida doble (el nuestro y el del poema). Ocurre todo lo contrario, el ojo se detiene en un ojo calidoscópico, y en él se reflejan todos los colores, los fragmentos, los retazos hilvanados en un poema. Citemos a título de ejemplo algunos versos de “Masters mix”:

                                                  No te preocupe ser desconocido, sino hacer
                                                  algo digno de conocerse.
                                                                                           Hay el saber hacer
                                                  y el hacer saber. Cuando sabemos hacer,
                                                  no necesitamos hacer sabe; todos lo ven.
 
                                                  Queriendo ser breve,
                                                  no te hagas oscuro
                                                                                 -más no por perseguir la ligereza
                                                  aliento y nervio te falten.

       El primer verso y parte del segundo pertenece a Confucio, la otra mitad del segundo, el tercero y el cuarto a Paul Cézanne, y los restantes a un preceptista del s. XVIII, Boileau. “El juego de hacer versos” se llamaba el último poema de Moralidades de J. Gil de Biedma. Y aquí el juego está por un lado oculto y por otro descubierto, ya que el título se nos ofrece como clave interpretadora. “Masters mix” llamamos hoy a las versiones y canciones sin que nada las separe, encadenándose unas con las otras. Collage de citas que forman un discurso poético coherente, de manera que en este extenso poema sólo nos es posible localizar menos de tres versos que no sean citaciones, y éstos muy separados entre sí y con una clara funcionalidad: servir de enlace.

                 Bebe siempre en […],
                 y esperar, esperar, esperar
                 […]
                 […] por otro lado,
                 no (es) más que…

       La técnica collage, el operar con materiales ya elaborados, la relacionamos instintivamente con las vanguardias artísticas, concretamente con el dadaísmo y el cubismo. Después, según Edward Lucie-Smith, “el arte collage se convirtió en el «arte del assemblage», o sea, un medio de crear obras de arte casi enteramente a partir de elementos preexistentes, en los que la aportación del artista consistía más en establecer relaciones entre objetos diversos, juntándolos, que en crear objetos ab initio”. (7) Más adelante, comenta Lucie-Smith, durante toda la década de los 60 el collage volvió a estar en auge, p. ej. en 1961 se celebró en el Museo de Arte Moderno de Nueva York una importante exposición con el título “El arte del assemblage”.

       Habermas explica cómo en la segunda Bienal de Venecia (8), en 1974, los arquitectos y le causaron una decepción, porque no se produjo la aportación de un nuevo estilo sino el triunfo de un eclecticismo de los diversos movimientos históricos.

       También para Peter Selz (9) la década de los 70 fue una década de pluralismo y especialmente en arquitectura predominó la nostalgia por la tradición y se adoptó un estilo ecléctico que se denominó post modern architecture (10). Sin embargo aquí, a diferencia de la técnica vanguardista y de cierta etapa de la poesía de los 70 (una etapa primordial de la poesía Antonio Martínez Sarrión, Leopoldo María Panero, Jenaro Talens, Pere Gimferrer…) se disimula el cortar y pegar que ha supuesto la confección del poema. Se intenta eliminar el impacto de la pluralidad dispersa que con la acumulación de las yuxtaposiciones produce parte de la poesía de E. Pound y T. S. Eliot. Y como en el relato de Frankenstein de la escritora romántica Mary Shelley se fabrica un cuerpo diferenciado con aquello que en principio no eran más que partes de otros cuerpos. Se da aparencia de unidad lo que no es sino un coro de voces:

                 El dominio no llega nunca,
                 el aprendizaje es vitalicio.
                 El escritor muere luchando:
                 existen presiones de todas clases
                 para escribir mal,
                 hablar incoherentemente y
                 pensar confusamente.
 
                 El poeta debe poner en su poesía
                 el mismo grado de aplicación que, por ejemplo,
                 el viajero en su viaje, el pintor en su pintura.
                 Debes amar las palabras, las ideas y las imágenes
                 con toda tu capacidad de amar lo que sea.

       Dos versos y medio de Anthony Burgess, los dos y medio siguientes de Eliot y los restantes de Wallace Stevens. El poema se ha apropiado de estos textos, los ha hecho suyos. De nuevo el topic “Masters-mix” convierte -como diría U. Eco en Lector in fabula– en clave o propuesta de lectura. Busco la palabra master en el diccionario Collins y leo como una de las primeras acepciones expert, musician, painter, etc., y también una de teacher. Masters, es decir, maestros, mix, mezclados, frases magistrales, consejos para un destinatario que es a la vez un posible escritor-lector y el propio sujeto poético, el yo-escritor prestigioso que configura el poema. Los núcleos temáticos que se recorren son variados: la fama, la dificultad dedominar la lengua, la necesidad de crear y de madurar artísticamente, etc., para acabar con unos versos de Machado que expresan el triunfo del escritor sobre el arte o el consuelo en el arte mismo:

                 Y si la vida es corta
                 y no llega la mar a tu galera
                 aguarda sin partir y siempre espera,
                 que el arte es largo y, además, no importa.

       Antología de frases metapoéticas, de análisis críticos dirigidos, pues, a un lector implícito también poeta, a la manera en que pudiera hacerlo por ejemplo Rilke en Cartas a un joven poeta. Libro, del cual, por cierto, se extrae una larga cita:

                 […] No hay medida en el tiempo: no sirve un año,
                 y diez años no son nada;
                 ser artista quiere decir no calcular ni contar:
                 madurar como el árbol, que no apremia a su savia,
                 y se yergue confiado en las tormentas
                 de primavera, sin miedo a que detrás
                 pudiera no venir el verano.
 
                 Pero viene sólo para los pacientes,
                 que están ahí como si
                 tuvieran por delante la eternidad,
                 de tan despreocupadamente tranquilos y abiertos.

       Si en los manifiestos de las primeras vanguardias (por ejemplo, los futuristas) la consigna era la originalidad, el abominar contra los museos y las bibliotecas, no ya el romper con la tradición sino anularla, en los 80, en cambio se experimenta con la imposibilidad de escapar de ésta. Borges comenta su poema “Alejandría 641 A. D. (11)” que hace referencia a la Biblioteca de Alejandría y a su incendario, el califa Omar. Éste, la quema pese a que imagina la Biblioteca como la memoria del mundo, porque cree que el pasado está también en la imaginación de los hombres. Para Borges el tema básico del poema sería que cada generación vuelve a escribir los libros de las generaciones anteriores. El escritor contemporáneo es consciente de lo absurdo que intentar tachar la tradición, J. Gil de Biedma menciona unas palabras de T. S. Eliot:

                 “cuán profundamente el pasado nos configura y a la vez es configurado por nosotros”. (12)

       Y sin embargo un texto nos muestra todo el innumerable abanico de tradiciones que contiene una determinada cultura. Escribe José Luis Martínez sobre su poema:

       “Hay citas de poetas (R. Darío, F. G. Lorca), pero también pintores (Picasso y Cézanne), filósofos (Confucio, Walter Benjamin), un novelista (Golding) y un gran preceptista (Boileau). Machado aparece y reaparece; los trozos de pastel, perdón, del texto, más grandes, se los comen, perdón, los ocupan Gimferrer, Wallace Stevens y Rilke.”

       No se trata, en definitiva, de todos los poetas sino de una selección, de una acotación de la tradición a unas preferencias personales que pienso tienen bastante que ver con una determinada época (la que va de los 70 a los 80). Como opinan Harold Bloom el poeta es un mal lector, un lector que elige su propia tradición, se apropia de los elementos que le interesan y la traiciona. Y en todo caso en “Masters mix” que la tradición sea recuperada o reconocida, que el poema sea un arcoíris de otras voces o sea monocromo y uniforme dependerá en última instancia de cada lector. Pero ¿qué implica para nosotros esta polifonía, estas voces armonizadas en un masters mix? ¿Dónde, en qué contexto lo situaríamos? Si T. S. Eliot, en el ensayo sobre Wordsworth y Coleridge defendía que: “Todo cambio radical en las formas poéticas es síntoma de cambios muchos más profundos en la sociedad y el individuo” (13). Nosotros situaríamos este poema en la Postmodernidad y más concretamente en un aspecto específico de esta: en cómo ha variado la concepción del texto abierto en las líneas que van desde el post-estructuralismo francés (R. Barthes, J. Kristeva, Deleuze, Foucault) a la deconstrucción (Paul de Mann, H. Bloom, Derrida, etc.). Así R. Barthes en La muerte del autor concibe el texto como espacio plural, frente a la voz única y autoritaria del autor-Dios, el texto disolviéndose en signos en el juego de significantes y significados.

       Foucault en su ensayo sobre Nietzche (14) rescata la visión de la filosofía como una filología sin término, como una interpretación de la interpretación. J. Kristeva en el prólogo a la primera traducción del ruso al francés del ensayo de Batjin La poétique de Dostoievski incide en el texto como multiplicidad:

       “[…] Dans cette plurivocité, le mot/le discours n´a passens fixe (l´unité syntaxique et semantique éclate portée par la pluralité des “voix” et des “accents” “des autres”) […] le mot/le discurs se disperse “en mille faccettes” dans una multiplicité de contextes […]” (15)

       Nos dice Cristina Peretti en Jacques Derrida, texto y deconstrucción:

       “El texto general derridiano se caracteriza por la textura y por la intertextualidad, que no es sino el sistema de todas las diferencias. El texto es tejido, entramado, red modal de significaciones que remite a y se entrecruza con otros textos de forma ininterrumpida e infinita.” (16)

       No obstante, el texto filosófico-crítico de Derrida muestra sus cruces y las exhíbe, del mismo modo que el collage de los vanguardistas o una parte de la poesía de los 70, en un esfuerzo por recuperar la vanguardia exhibía su fragmentariedad (El cuerpo fragmentario se titulaba un poemario de J. Talens). Ahora, por el contrario, el eclecticismo se vuelve coherente, como exponía Miguel García Posada (17) al referirse a la poesía de los 80: la vanguardia se vuelve tradición. ¿Ha muerto entonces toda posibilidad de ser original? Unos versos de “Masters mix” tomados del preceptista Boileau dicen:

                 […] y saber aceptar
                 el hecho de que lo que hay que vencer
                 por fuerza o sumisión
                 ya se ha descubierto una, dos, o más veces
                 por hombres que uno no puede esperar emular.

       Para responder al problema de la originalidad hoy nada mejor que recordar el análisis que hizo Antonia Cabanilles del poema “De senectute” de J. Gil de Biedma. En éste reconoce tres citas textuales: el título del poema -que se refiere a una cita de Cicerón-, la cita de Góngora que encabeza el poema, y después se incluye en el interior, y la de Baudelaire que aparece en francés y en cursivas. Lo relaciona, además, con la tradición de J. Guillén, J. Manrique, F. Villon. Y llega a la conclusión de que es la operación de montaje-escritura y de montaje-lectura la que otorga la pluralidad de significados al texto, de modo que acabará sustentando que:

       “Aunque J. Gil no hubiera escrito ni un solo verso de este poema seguiría siendo el autor del mismo, y no podría decirse que es poco original o que es un simple compilador porque existe una tradición o porque cada verso es una cita reconocible. […] La originalidad, si existe, residirá en el modo y el punto de articulación, en la construcción del mosaico, el livre de Mallarmé.” (18)

       De hecho, lo que “Masters mix” ha seleccionado (W. Benjamin, Picasso. Gimferrer, etc.) lo incluye en una determinada tradición. También es fundamental cómo lo ha seleccionado, es decir, diluyendo las fronteras las fronteras entre los distintos géneros, entre la poesía y la prosa, el ensayo y la poesía, etc.; por ejemplo, se toma una cita de un artículo (19) que P. Gimferrer publicó en El País:

                 Es difícil ser escritor
                 es terriblemente fácil
                 dejar de serlo. El fracaso deteriora,
                 el éxito mina y corroe.
 
                 Quien no sea reconocido como escritor,
                 puede acabar no siéndolo.
                 Quien es reconocido,
                 puede dejar de ser un escritor
                 para convertirse en otra cosa:
                 una personalidad literaria.

       Otro aspecto que se ha de tener en cuenta es cómo se han engarzado los materiales textuales, esto es, borrando las huellas del proceso de resquebrajamiento y de construcción, lo cual lo ubicaría más allá de la pretendida recuperación del experimentalismo vanguardista de los 70.

       Por otro lado, el discurso de la intertextualidad se vuelve interminable. Y si el “Masters mix” es un mosaico de textos y tradiciones, también el ojo crítico que mira y analiza se vuelve calidoscópico no sólo porque tienda unas redes que van desde el poema a la concepción textual de la postmodernidad, sino porque también utiliza las palabras de otros, porque también habla a través de otras voces, porque también busca su coherencia a través de lo que otros críticos, poetas, filósofos de la actualidad, han pensado y han dicho. Y finalmente, cometeré una nueva apropiación indebida al acabar recordando unas palabras que Jaume Pérez Montaner escribió en su artículo “El poeta al lector de poesia”:

       “El poema, com a expressió d´un món, compendi de veus i altres poemes, suscitador de vivències, records i emocions, está al davant entre l´emissor i el receptor. És l´expressió dels lectors, d´altres poetes que el revisen, el fan seu, o el reescriuen a l´espera d´altres lectures, altres poetes que continuen el procés […]” (20)

                                                                                                                                Dolors Cuenca

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  1. Miralls, espai, aparicions, Barcelona, Ed. 62, 1981
  2. Barcelona, Seix Barral, 1968, p. 41
  3. València, Conselleria de Cultura, 1987
  4. València, Mestral Libros, 1987
  5. (Accésit al premio Academia de los Nocturnos, 1986), València, Universidad de València, 1986
  6. València, 1986
  7. Movimientos artísticos desde 1945, Barcelona, Destino, 1991, p. 119
  8. En Modernidad y Postmodernidad, Josep Micó, ed.
  9. Id., p. 517
  10. Art in ours times New York, Harry W. Abrams Inc. ed., 1981
  11. Roberto Aliafano, Conversaciones con Borges, Madrid, ed. Debate, 1986, pp. 156-157
  12. Opus cit., prólogo, p. 6
  13. Opus cit., p. 88
  14. Nietzche, Freud, Marx, Barcelona, Anagama, 1970
  15. Paris, Seuil, 1970, p. 13
  16. Barcelona, Anthropos, p. 144
  17. En la Conferencia inagural del Congreso “Poesía Hoy” (en Granada, del 12 al 14 noviembre de 1992)
  18. La ficción autobiográfica en la poesía de J. Gil de Biedma, Castelló, Universidad de Castelló, 1989
  19. El País (Libros), 1 de mayo 1986
  20. Subversions, València, 3 i 4, 1990, p. 29

 

(Nota: este poema, «Masters Mix», se titula en la actualidad «Las manos de algunos poetas en tus manos», y forma parte de Abandonas ocupaciones, Editorial Aguaclara, Castellón, 1997, II Premio Tardor 1996.)