Sentimiento oceánico
Nunca estuve del mar
tan cerca
como en aquel crepúsculo desierto,
en una playa
dónde sólo chillaban las gaviotas,
aquella tarde tan lejana,
era a principios de un otoño,
en que nadando
y sin saberlo
-el fragor de las olas, las gaviotas-
me iba adentrando
en el vientre tranquilo de mi madre.