op_21

Revista Turia, nº 43-44

 

MEMORIA DE TI

Lo que no es recordado
muere plácidamente en un mundo dormido,
vencido por un sueño que no guarda memoria
de nada ni de nadie,
que lo hunde cada vez más en el fango.

Como un rey que perdió demasiadas batallas,
como un bufón que el rey
no encontró divertido.

¿Cuánto costaba entonces
el periódico, el cine?
Y ¿cómo se llamaba el estudiante aquel,
el de la vespa blanca, que te volvía loca?

¿Recuerdas tú, recuerdo yo
aquellas melodías celestiales,
las primeras palabras dichas
cuando nos conocimos?

Anillos y relojes, pitilleras: presentes
que quisieran hablarnos del pasado,
chatarra charlatana.

Caricias, besos, juramentos…
Piden ser ayudados con un acto
decidido, inconsciente o lánguido
de nuestra voluntad,
que devuelva a la vida,
sólo por un instante,
su inconsistente vida,
su existencia en peligro.

Todo está condenado a desaparecer,
también nosotros, quienes somos
o creemos que somos,
quienes fuimos ayer
o hará cosa de un año,
todos esos desconocidos.

La muerte es sólo un día en blanco,
que olvidó, por primera vez,
lo que iba a decirnos.

Pero existe un lugar
capaz de almacenarlo todo,
un mundo misterioso y clausurado
que es más grande que el mundo,
esa ciudad inhóspita y grosera
donde todo carece de importancia,
donde todo se olvida:
muere.

Por eso necesito que me ames.

Porque un poder oscuro conspira contra mí,
porque el amor da fuerza,
presta cuerpo.

Y hay veces que me siento débil,
noto que me abandona el mundo,
que el mundo, y yo con él,
se desvanece.