MECHERO
Fetiche, talismán
de mis días febriles,
cuando bulle el poema
y tu llama alimenta y alumbra
ritmos, palabras.
Paso el dedo por tu áspera ruedecilla
como si frotase un pezón iluminado,
y mientras brota
la única llama que me queda,
la llama del portento que me salva,
miro asombrado al que me mira
en el espejo,
cojo un cigarrillo
y doy con entereza
fuego a la muerte.