1989_pr2

Pameos y meopas de Rosa Silla
Valencia, Mestral, 1989

 

MARTÍNEZ DE LA ROSA

Martínez me gusta escribirlo en la arena,
delante de las napias de algún franchute quizá;
si el agua salada la tengo cerca, quién sabe.
Pero no soy caprichoso,
ni estuve en Italia ni soy un plantígrado.

Rodríguez ya es otro cantar, por no decir
harina de otro costal: no estoy casado,
y vivo solo -cuando tú no estás-,
y sin perrito que me ladre,
porque Taca es una persona
(me como el como).

Y mi nombre me gusta escribirlo
con letra de imprenta,
que quisiera ser una máquina que no parara
de usar verbos,
de hacer versos y verlos, y verlos,
y querer más versos, y versos, y versos.

Y pedir ayuda internacional si fuera preciso
para producir versos,
muchos más versos.

Mi nombre lo quisiera escribir
con una letra que te venza.
 

DE LOS ARIES

Llevo un tiempo espiando a los otros,
y creo poder estar en condiciones de decir
que la gente se lo monta fetén con las metáforas,
los encabalgamientos y las conjunciones
copulativas, etc.

Y que luego se presenta a premios
y los gana (la madre que los parió).
Y acaba saliendo en portadas del Equipo 109,
o en cubiertas diseñadas por Daniel Gil
o Hans Romberg.

Yo no soy
un zorro del desierto -de lo inteligente-,
ni me tengo camelado a ningún ministro
para que me haga propaganda.

Pero cuánto, cuánto me gustaría ver mis fogonazos
en papel ófset especial
-por combustible que sea-,
para darle así las gracias a Rosa por todo.

Por prender la mecha,
por hacerme surgir del frío,
por seguir consiguiendo que sea
un bonzo desde que la conocí.
 

COMO TODOS LOS TAURO

Si Galdós levantara la cabeza,
si su mirada tristona te viera así
-tan perfecta, tan agraciada por la fortuna-,
se moriría por dibujarte:
se le daba muy bien.

Si Galdós
-que tanto tiempo debe llevar sin postre-
viera tu carita de manzana
                                            y sus rojas ciruelas
-que distan por igual de tu nariz,
de la boca, de las orejas, de tu mentón-,
se te comería con los ojos.

Se mataría por sacarte
un retrato chulo,
valioso,
capital.

Que no sé
si nos cobraría,
que tuvo que ser don Benito
como un chotis de agarrao.
 

PACO

Paquito debe de ser simpático
a lomos de su escúter de la leche puta,
pero yo me cago en las miguitas que pudo dejar
por tu bosque,
y me fabrico con ellas calzones de abuelo.

Paquillo es como el Yeti para mí:
nunca nadie lo ha visto, sólo tú
y tus tetas en pico como montañas
blancas siempre.

Pues bien: como siempre que voy hacia tu casa
-camino de tus dedos-
los ojos se me van detrás de las motos,
y es tan insoportable mi desasosiego,
te anuncio que lo quiero conocer,
te ruego que por favor me presentes
al con toda seguridad indescriptible
y, probablemente aborrecible,
abominable
hombre de las nieves
de ciento veinticinco centímetros
cúbicos.
 

PROPÓSITO DE ENMIENDA

Mi querido pececito de colores:
todo te escama,
de cualquiera sospechas,
y es que mi comportamiento es muy raro.

Mi salado y gracioso y bienamado pez:
merezco que por lo de ayer me emplumen.
Deberían cortarme a rodajas,
un tremendo merluzo soy
que de bien poco se entera.

Pero voy a cambiar.

No pienso parar de hacerte caso.
Y obedeceré los consejos.
Y seguiré tus cariñosas advertencias,
e incluso las del refranero.

Y estaré,
para que no me desclaves el anzuelo
-con tal de conservarte-
con el culo metido en un pozal
más o menos estético,
que será metálico o no
pero que mantendré repletísimo
de agua
siempre,
siempre…
 

UNA SOLA PALABRA TUYA

En todas las parejas cuecen habas, y en todas
el otro te puede mandar
a freír espárragos.

Por eso, si te enfadas,
me pongo amarillo, tiemblo.

Por eso aguanto el chaparrón
bajo mi cacerola ardiente
y espero a que se te pase,
y le muestro el carné de enamorado
a tu cara mojada y sedienta de segundas partes.

Y pego mis orejas como asas al aire
a la espera de una sola palabra tuya,
de una sola palabra tuya
que bastará para sanarme.
 

DENTRO DE LOS VERSOS

Las ojeras son
los paréntesis.

Y las comas son las heces
de las palabras,
y hacen las veces
de puertas o ventanas
dentro de los versos.

En el interior de estos establos
donde quisiera ser
una mala bestia de escritor,
sin que para nada oliese
a infeliz con vocación por las letras.
 

ESCRIBIR SOBRE ROSA

Toda la vida le voy a escribir,
en clave de sol, llueva o truene.

Porque se lo merece
-eso, y lo que haga falta-,
porque es una chavala excelente,
parca en edad
y alejada de gustos como el heavy.

Le allano el camino además,
hago porque le vengan masticadas,
como si fueran potitos,
las complicaciones.

Y las cosas no se las pongo difíciles
más que cuando voy de vate por su culpa,
mi Rosita preposicional,
¡folio mío!

Cabría añadir sus medidas
(yo, como bardo: 0-0-0),
o el próximo peinado que piensa lucir
-es mi estrella-;
o sus ojos que me chiflan y hacen que le lancen
ese silbidito tan sonado,
de sobra conocido.

Pero dejemos algo de aquí a la noche
que mata la voz más conyugal.

(Su paladín.)